En 2014, los arqueólogos descubrieron muchas tumbas que contenían esqueletos con varillas de madera o hierro perforadas en las cavidades torácicas. Algunas de las tumbas eran más antiguas que la Edad Media. Sin embargo, los historiadores búlgaros afirmaron que la práctica de clavar a los muertos con varas era común en algunos pueblos hasta la primera década del siglo XX.
La creencia que tenían los aldeanos era que se evitaría que los muertos se levantaran a medianoche y aterrorizaran a todos. Para los aldeanos, hundir una barra de hierro no era la única forma de matar a un vampiro. También le sacaron los dientes al esqueleto.
Se encontró evidencia de los dientes extraídos en un esqueleto desdentado de 700 años de antigüedad encontrado en las ruinas de una iglesia en Sozopol. El esqueleto también había sido apuñalado con una barra de hierro.
Los esqueletos y la superstición sobre los vampiros de la zona finalmente llevaron a Bram Stoker a escribir sobre su famoso personaje ficticio, Drácula, en 1897.
En cuanto a los esqueletos de vampiros de Bulgaria, los historiadores todavía consideran que el origen de la superstición es un misterio.
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